Cormac McCarthy (2024)

Meridiano de Sangre y la violencia en América: McCarthy, Orozco y Siqueiros

Enero 29, 2025

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La historia cuenta que existió gran expectación previa en torno a la inauguración de la exposición “Orozco, Rivera y Siqueiros. Pintura Mexicana” la cual presentaría al público chileno una de las colecciones de arte moderno más importantes del continente, y que tendría lugar en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile el día 13 de septiembre de 1973. Sin embargo dicha inauguración nunca llegaría a llevarse a cabo, ya que el golpe de estado ocurrido el 11 de septiembre provocó el cierre del museo y evidentemente la exposición en cuestión no tenía la venia de la recién autoproclamada junta militar que se arrogó el poder absoluto en Chile y que estableció un régimen dictatorial durante los siguientes 17 años, estando claramente el arte moderno fuera de los intereses intelectuales de sus jerarcas. No sería hasta el año 2015 cuando, por medio de un inmenso esfuerzo para reunir las obras repartidas entre distintas colecciones tanto privadas como públicas, la muestra terminaría por presentarse en el Bellas Artes, esta vez con el nombre de “La exposición pendiente 1973-2015. Orozco, Rivera, Siqueiros”, la cual conmemoraba además los 25 años del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre México y Chile, las cuales habían sido interrumpidas durante todo el periodo de la dictadura militar chilena. 

Si bien la perspectiva curatorial de “La exposición pendiente” rondaba sobre la historia de cómo las obras fueron sacadas de forma urgente de Chile, y el derrotero que siguieron las mismas hasta poder ser nuevamente reunidas, hay algo que subyace a la colección de obras, y que me parece que es lo más relevante de dicha exposición. Principalmente en la obra de Orozco y de Siquieros, y de forma más secundaria en la obra de Rivera, se ve claramente la idea de una relación entre la formas de violencia producidas durante el periodo de la conquista española de México y posteriormente durante el periodo de la Revolución Mexicana. Estamos hablando de pintores que fueron coetáneos, al menos durante su niñez y juventud, a la Revolución Mexicana que llevaría a terminar con el Porfiriato, por lo que podemos intuir que muchas de las imágenes de muerte que representaron formaban parte del propio imaginario personal de los autores sobre México. 

El Ahorcado, José Clemente Orozco, 1926
El Ahorcado, José Clemente Orozco, 1926

La exposición de 2015 toma una dimensión aún más interesante desde el punto de vista del espectador del siglo XXI, porque la relación que establecieron Siqueiros y Orozco entre la conquista de México y la Revolución mexicana se puede complementar con las imágenes de la violencia narco que ha azotado a México durante las últimas décadas. En otras palabras, las atrocidades ocurridas durante la conquista, la revolución y finalmente el narco, parecen tener los mismos métodos y conformar el mismo tipo de imágenes. Siendo tal vez demasiado osados, podríamos incluso pensar en la sociedad mexicana como un espacio donde la violencia se encuentra naturalizada a un nivel fuera de los parámetros de otros lugares del mundo, tal vez con la excepción de sus vecinos del norte, los Estados Unidos de América. Parafraseando al poeta Roque Daltón, parecieran ser lugares donde por la vida se paga poco precio. Esto me ha llevado durante varios años a pensar en cuál sería el equivalente a Orozco y Siqueiros (si es que lo existiera), desde el punto de vista de las artes visuales o literarias norteamericanas. 

Cormac McCarthy (2024)
Cormac McCarthy (2024)

Si bien la violencia es una de las características más evidentes de la bibliografía del recientemente fallecido Cormac McCarthy, me parece que la respuesta sobre cómo dicha violencia se expresa en términos artísticos, teniendo a la vez la ambición de reflejarla como elemento constitutivo de la construcción de Estados Unidos, alcanza un nivel extraordinario en su obra más importante “Meridiano de Sangre” de 1985. Es un lugar común considerar “Meridiano de Sangre” como una de las novelas fundamentales del siglo XX norteamericano, y catalogar a McCarthy como uno de los más importantes escritores del país del norte, siendo usualmente comparado con Melville o Faulkner. Dicha novela es un western que transcurre entre la frontera de México y Estados Unidos, y sigue la historia de un grupo paramilitar que es contratado por las autoridades para acabar con el mayor número posible de aborígenes americanos, teniendo como líder espiritual al cruel y enigmático Juez Holden. 

Holden, un imponente hombre calvo y albino conjuga una serie de conocimientos filosóficos difíciles de encontrar en la arcaica sociedad del oeste norteamericano, con notables aptitudes artísticas y musicales, y un nivel de crueldad realmente aterrador. Holden es una especie de Ades, Dios de la Guerra griego, violento, sanguinario, vengativo y completamente amoral. En palabras del propio Holden, 

“Da igual lo que los hombres opinen de la guerra, dijo el juez. La guerra sigue. Es como preguntar lo que opinan de las piedras. La guerra siempre ha estado ahí. Antes de que el hombre existiera la guerra ya le esperaba. El oficio supremo a la espera de su supremo artífice. Así era entonces y así será siempre. Así y de ninguna otra forma… La guerra es el juego definitivo porque a la postre es forzar la unidad de la existencia. La guerra es Dios”

El Juez Holden
El Juez Holden

Los bárbaros de su pandilla paramilitar balbucean a escondidas de que el Juez Holden nunca dejará de tocar el violín y de bailar, que nunca morirá. ¿Y si creyéramos por un momento en la fantasía que nos propuso Cormac McCarty? ¿Qué tal si Holden es el espíritu de una sociedad donde las personas van armadas por las calles, y donde los profesores son capacitados en el uso de armas para defenderse en el caso de un tiroteo? ¿No habrá estado Holden cometiendo atrocidades en Corea, Viet-Nam, Panamá, Irak, Somalía y Afganistán? ¿Habrá sido el mismo Juez quien planeó desde la Casa Blanca los golpes de estado que asolaron sudamérica durante la segunda mitad del siglo XX? Creo que eso es lo que simbolizó McCarty, que el espíritu del Dios de la Guerra se ha constituido en la base de la sociedad norteamericana. 

 

Me atrevo a decir entonces que Siqueiros, Orozco y McCarthy nos advierten sobre lo mismo: lo poco que ha evolucionado en realidad la sociedad americana desde el tiempo de la conquista, e incluso la sociedad humana desde mucho antes. Elijo pensar, contra toda evidencia, que dicha advertencia desde el mundo del arte puede encontrar sentido y respuesta en el resto de las dimensiones del quehacer humano. Esto último con la urgencia del surgimiento de una nueva ola de fascismo que parece ser cada vez más amenazante.

Meridiano de Sangre, o El Enrojecimiento de la tarde en el Oeste
Meridiano de Sangre, o El Enrojecimiento de la tarde en el Oeste

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Publicado: Enero 29, 2025
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