Ana Margot Loyola Palacios, una auténtica joya del folclore chileno, nació en Linares el 15 de septiembre de 1918 y dejó su huella imborrable en la escena musical hasta su partida en Santiago el 3 de agosto de 2015.
Esta polifacética artista fue más que una folclorista. Era compositora, guitarrista, pianista, recopiladora e investigadora apasionada del folclore de Chile. La trinidad folclórica conformada por ella, Violeta Parra y Gabriela Pizarro la catapultó como una de las investigadoras esenciales de la tradición chilena. ¿Su secreto? Aplicar un método antropológico y etnográfico en sus investigaciones, todo con el objetivo de llevar a escena una estética auténtica.
Margot Loyola no solo era una virtuosa en el mundo de la música, sino que también tenía una impresionante formación en piano y canto, gracias a su paso por el Conservatorio Nacional de Música de Chile. Junto a su hermana Estela, formaron Las Hermanas Loyola, un grupo que se hizo notar en la década de 1940.
Sus investigaciones se extendieron a Perú, Argentina y Uruguay, donde colaboró con expertos en folclore. Trabajó en estrecha colaboración con músicos como Porfirio Vásquez, Carlos Vega y Lauro Ayestarán, adquiriendo un conocimiento profundo de las diversas culturas musicales de América Latina.
Margot Loyola se destacó por su estudio en 1952 de la resbalosa y la marinera en Perú, buscando establecer conexiones con la refalosa y la cueca chilena. Durante este período, colaboró estrechamente con Porfirio Vásquez, considerado el patriarca de la música negra en la región. Su pasión por la comprensión cultural la llevó a adentrarse en la cultura indígena de Perú bajo la guía de José María Arguedas. En Argentina, Margot se nutrió de los conocimientos del respetado musicólogo Carlos Vega, quien se convirtió en su mentor en el ámbito de la investigación, estableciendo una colaboración cercana y fructífera.
Sus investigaciones
Su sed de conocimiento la llevó a Uruguay, donde tuvo la oportunidad de estudiar con Lauro Ayestarán, agregando una dimensión adicional a su riqueza de saberes. No contenta con estas experiencias, en 1952, Margot Loyola inició una investigación sobre las danzas ceremoniales del norte chileno, en colaboración con Rogelia Pérez, la fundadora del baile Las Cuyacas. Además, colaboró con Los Morenos de Cavancha, contribuyendo al enriquecimiento de su repertorio.
A lo largo de su vida, Margot Loyola exploró a fondo el folclore de las regiones más remotas de Chile, recopilando y asimilando una gran cantidad de material valioso. Su trabajo contó con la orientación experta de musicólogos y especialistas en folclore, y su destreza como artista e investigadora la catapultó al estatus de una figura de gran talento y prominencia. Su legado perdura a través de la escuela que fundó, donde se transmiten las tradiciones de los cantos y bailes tradicionales de Chile. Margot Loyola se convirtió en una destacada embajadora de la cultura chilena, y su contribución a la preservación y promoción del patrimonio cultural de su país sigue siendo un legado invaluable.
Margot Loyola también creó una escuela en torno a las canciones y danzas tradicionales de Chile, convirtiéndose en una embajadora de la cultura chilena. Su labor educativa y artística la llevó a ser nombrada profesora emérita y recibir un doctorado honoris causa en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Este ícono del folclore chileno fue galardonada con múltiples premios, incluido el Premio Nacional de Artes Musicales en 1994, un hito que la consagró como la primera folclorista chilena en recibir tal honor.
Te invitamos a explorar más sobre la vida y obra de Margot Loyola, cuyo legado perdura en la música y la cultura de Chile. Su incansable dedicación merece ser celebrada y recordada.
