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Marcel Duchamp, encuentra en su experimentación, la clave de lo cotidiano y lo efímero, poniendo en el circuito del arte objetos comunes y los re-significa. Él mismo define el ready-made como: “Una reacción de indiferencia visual adecuada simultáneamente a una ausencia total de buen o mal gusto, de hecho una anestesia completa.” Son objetos que no son bellos o feos, sino simplemente son utilitarios en su mayoría, pero posicionados en el ámbito museal, adquieren una nueva vida, un nuevo significado y obligan al espectador a dar una nueva mirada. De hecho, el buen o mal gusto son para la obra de Duchamp, algo que no tiene que poseer el ready made, el objeto debe estar libre de esta carga estética, para entrar en el circuito del arte.
La anestesia y la indiferencia se establecen aquí como momentos que pertenecen a la experiencia misma, no como criterios esteticidad. La anestesia que nos provocan ciertos objetos cotidianos, viene a ser el preámbulo para lo que se nos exige ante la contemplación de una obra de arte. Duchamp pone en suspenso la funcionalidad de los objetos, pasan a ser objetos interrumpidos, y es en ese lapsus cuando algo sucede en el espectador, que se ve obligado a darle una segunda mirada a un objeto que ha perdido su funcionalidad sin dejar de ser reconocible como tal, como es el caso de El Perchero (Trèbuchet, con el que hace juego de palabras en francés con trèbucher que significa tropiezo). Incluye su firma y lo clava en el suelo, entonces el objeto pierde su utilidad, adquiere una nueva, la una máquina de tropiezos. Un colgador pegado al suelo no sirve ya para colgar, sino más bien para tropezarse…
El ready-made pone en crisis todo el sistema de oposiciones que se proponen casi siempre para dar cuenta de la obra de arte, su sentido y la experiencia, como forma-contenido, autor-espectador, etcétera. Las pone en crisis no mediante su negación, sino que, como una reflexión de la interrupción misma, pone de manifiesto que no se trata de oposiciones absolutas. Podría ser, en simples palabras, algo como sacar un objeto de su contexto doméstico, y ponerlo en un museo, como obra de arte, sin mayor intervención o contexto (no existen bajada de texto o mayores explicaciones, sino solamente un título). Pongámonos en la mente de una persona de inicios del siglo XX, probablemente la primera vez que vio un perchero apernado al suelo, como obra de arte. Pues sucedió que el efecto fue la “anestesia” de la que hablaba Duchamp: indiferencia que da paso a una reacción y produce “algo” en el espectador, ante esta obra que es un objeto que podemos ver siempre, pero al desactivarlo, puede entrar en el espacio de la obra de arte.
Este principio del anti-arte de Duchamp, de la obra que no es obra, que la afirma y desactiva al mismo tiempo, con el correr del tiempo también se degradó. Estas obras que fueron un acto subversivo en sus inicios, se “convirtieron” finalmente en arte, son admiradas en museos, y adquirieron otro valor. El ready-made es una crítica al arte retiniano y técnico, la obra ya no es sólo factura sino acción. Otra aspecto es que con la obra de Duchamp, la forma no significa, por eso no debe ser un objeto bello o feo, de buen o mal gusto, deben ser objetos neutros. Lo que lo hace mucho más difícil.
Pero el ready-made es como un arma de doble filo, si se transforma en obra de arte, se pierde el gesto de profanación del arte, si se mantiene neutro convierte ese gesto en obra, por eso no cualquier objeto puede ser un ready made, es como una trampa en la que es fácil caer, se han visto malas copias de ready-made, o intentos que son duplicados y pierden su valor como tal.
Ponen en juego el valor estético, porque no estamos ante una obra que nos dice todo, sino ante objetos cotidianos sacados de contexto y que nos violenta como espectadores, como la reacción ante el urinario en el contexto de la época. Todo fue premeditado, aunque no se pueda medir con exactitud la reacción. El valor de cambio se pone en juego, porque si miramos fríamente, se está comprando un artefacto, pero ¿cuántos querrían exhibir un inodoro con una firma? ¿Es distinto a tener un Rembrandt? En cómo vemos el arte hoy, ¿cuál de los dos valdría más? Lógicamente con el transcurso de los años y el avance del arte, ya esto no nos parece nuevo, pareciera que cualquiera puede poner “cosas” en un museo y considerarse artista, pero es mucho más que eso. Sin duda la osadía y lo maravilloso de Marcel Duchamp y su ready-made, estuvo (y está, para la autora de esta opinión) en poner en crisis el cómo se piensa y se siente el arte, y cuánto opera dentro del espectador, y eso lo pone como un gran rupturista en el arte del siglo XX, los ready-made de Duchamp partieron en 1917 aproximadamente, imagínense ahora cómo sería el arte hoy sin él, o cómo se han reinterpretado sus ideas de la mano de distintos artistas a lo largo de la historia del siglo XX y XXI. A mi parecer, hay pocas cosas en el arte que podrían considerarse “nuevas”, sino que todo es una mezcla o una reinterpretación de manifestaciones anteriores. Esto no quiere decir que hayan malos artistas, sino todo lo contrario: nos da una idea de cómo el arte como disciplina se nutre a sí mismo y se entrelaza o se separa de contextos sociales, filosóficos o políticos, un arte vivo que muta de la mano y mente del artista. Por lo que siempre es bueno volver a los pioneros, para entender cómo sus ideas han revolucionado el arte hasta nuestros días.
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La Obra
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Título: Trébuchet (Trampa o tropiezo)
Creator: Marcel Duchamp
Fecha de Creación: 1917/1964
Derechos: Colección Centre Pompidou Musée national d’art moderne – Centre de création industrielle, Paris © Martin Argyroglo / Monnaie de Paris, © The estate of Marcel Duchamp/ Adagp, Paris
Medio: Table / Madera, Metal
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