Nicole Eisenman

Obra: Matisse Installation.

La famosa pintura de Matisse, La danza, ha sido reinterpretada e incorporada a esta instalación. En el original de Matisse, las mujeres son retratadas como emblemas inocentes de un guión natural y primitivo, mientras que la pintura de Nicole Eisenman también incluye a un hombre desnudo atado a un árbol. La artista ha transformado la pintura de una en la que las mujeres son el sujeto pasivo de la mirada masculina, a una en la que son poderosas y fuertes, capaces de volcar un mundo dominado por los hombres. Las extrañas cabezas de muñecas y el mono mecánico miran pasivamente, tal vez mirando esta escena ritual para ver si pueden aprender algo sobre su propia situación. Junto a la pintura, un gran falo se enfrenta a la pared. Montado sobre ruedas, con una cuerda unida a su extremo, se reduce a un juego de niños. El trabajo de Einsenman se basa en una gama ecléctica de fuentes, desde los grandes gigantes artísticos masculinos hasta los Picapiedra. Si bien su posición está informada por los graves problemas políticos del feminismo, su trabajo sigue siendo ingenioso e irreverente.

¿Quién es Nicole Einsenman?

Cuando Eisenman se hizo famosa en Nueva York a principios de la década de 1990, estaba al margen. Fue el apogeo de la epidemia del SIDA y las guerras culturales, un momento propicio para el surgimiento de lo que la directora del Museo Hammer, Ann Philbin, llamó “la voz feroz y desagradable de niña queer”. La pintura y la figuración estaban comenzando a recuperar la aceptación mundial del arte, a través de las obras de John Currin, Lisa Yuskavage y Elizabeth Peyton, pero Eisenman aún no había visto sus propios deseos reflejados en nada de lo que miraba. Luego, durante una visita al estudio a principios de 1992, Philbin, en ese momento el directora del Centro de Dibujo, sacó un dibujo a tinta de un cubo de basura que Eisenman había hecho de Vilma Picapiedra y Betty Mármol teniendo relaciones sexuales. “Ella dijo: ‘Esto es lo que deberías estar haciendo’”, recuerda Eisenman:

“Ella quiso decir que necesitaba hablar personalmente. Estaba descartando ese punto de vista, porque pensé que no había lugar para él. Entonces se abrieron las compuertas “.

Lo que salió de eso fueron collages, dibujos y pinturas inspiradas en los cómics, la pornografía y la historia del arte que desafiaron el sexismo y la cultura pop y celebraron las utopías femeninas. Había imágenes de una cabina de reclutamiento de lesbianas, grupos de mujeres que llevaban cautivos a hombres, amazonas a caballo, todo representado con estilo virtuoso. Incluso hoy, Nicole tiene esta extraordinaria habilidad para llegar al núcleo de los temas más difíciles con una finura diabólica y un humor mordaz.

En una de sus series más conocidas, de cervecerías al aire libre, Eisenman actualizó las escenas de los cafés impresionistas franceses, reemplazando a los personajes del siglo XIX con los hipsters de Brooklyn y los artistas queer que pueblan su público de Williamsburg. En los últimos años, ha estado pintando cuadros grupales autobiográficos aún más profundos que recuerdan los mundos embrujados de James Ensor o Edvard Munch. Y luego están sus cabezas monolíticas faux-primitivas, que estuvieron entre los más destacados de la exposición “The Forever Now” de 2014 en el Museo de Arte Moderno , la primera encuesta de pintura contemporánea de la institución en 30 años.