A 30 años de Thelma & Louise: la historia dos pájaros que abandonan la jaula, hacia la libertad.

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Un 20 de mayo de 1991, se estrenó la película “Thelma & Louise”[1]. Una de las películas que marcó mi vida por cómo retratan el viaje de sus heroínas, con las que uno puede identificarse en ambas direcciones acerca de cómo viven o piensan las mujeres tanto en esa época como en la actualidad. Siento que, en parte, esta es una película atemporal, se va transformando en un relato que además tiene un trasfondo oculto y profundo sobre el rol de la mujer en la sociedad. Acompáñenme en este breve análisis de la mano teórica del académico y filósofo Gastón Soublette, feminismo y patriarcado, Carl Jung y el camino del héroe de Campbell, a quien ya hemos citado en otros artículos.

Alerta de Spoilers!! (no digan que no les avisé)

Un relato que pareciera ser sólo una “buddy movie” en el que el viaje es, desde las primeras tomas, el motivo central de la película. La carretera en el desierto se nos muestra como un elemento simbólico del “dejar atrás”  y buscar nuevos rumbos, en este caso, no sólo un destino físico, sino también, a lo largo de la película, a un destino existencial, se transforma en un viaje iniciático desde el punto de vista de Campbell, pero con un giro inesperado: ambos personajes se complementan en su autodescubrimiento, sus procesos internos, y movimiento constante. Son mentoras la una de la otra. Su ritmo nos mantiene también como espectadores en ese movimiento, la película es ágil, y sus tomas nos ayudan a situarnos en los acontecimientos casi como un acompañante más en el Thunderbird del 66 que las lleva en su camino a la libertad.

En una primera impresión, la película se nos muestra como una temática simple, de dos amigas que viajan a unas vacaciones de las que esperamos, salgan ilesas luego de un par de aventuras, como cualquier película liviana, un espectáculo para las masas, dirigida a un espectador común y corriente, sin mayor pretensión de que de ella el espectador saque alguna conclusión mayor. Sin embargo, mientras transcurren las escenas, es posible reconocer claramente esa “obsesión que parece motivar la ficción narrativa moderna desde Proust y Joyce […] de lo que resulta escribir un relato que, de alguna manera, traspase ese inevitable carácter ficticio y penetre en la medular verdad existencial” (Soublette, 2000, p. 2). Existen dos tópicos muy claros desde los cuales se puede determinar el análisis, como son el viaje, en un sentido más allá de lo físico y la problemática del género. Estos elementos centrales de la película están relacionados , el viaje es transformador para ambas, que descubren de manera ingenua o enfrentándose a situaciones de peligro, donde deben defenderse y tomar ese rol protector que estereotipadamente se da al género masculino, pero a la vez, ellas se acogen mutuamente y se muestran en un rol comprensivo, típico del estereotipo femenino. Su viaje físico termina siendo un viaje hacia la autorrealización y liberación ya que Thelma y Louise no “evolucionan”, sino que salen de su jaula social y se liberan, lo que las conduce a un nuevo rumbo, la ruta hacia la muerte-libertad.

El espectador está ante dos mujeres que parecen opuestas, pero se complementan dentro de su amistad, no se explican las circunstancias en las que se conocen, pareciera ser una amistad de siempre: por un lado se nos presenta a Thelma: una mujer de energía femenina, pero opacada en su encierro, ama de casa, infantil y sometida por la figura patriarcal masculina principal de su vida, su esposo Darryl. Louise, en cambio, es una mujer fuerte y de energía masculina, que al parecer tiene el control de sus decisiones. Sin embargo, al identificar a su figura patriarcal masculina, su novio Jimmy, que con su ausencia le da una enorme libertad, se observa que ella alguna vez esperó de él mayor estabilidad, establecerse como pareja, pero sólo sucede cuando él siente que la perderá, y ella ya decidió su destino, sin él.

Las mujeres encarnan los dos ámbitos propios de lo humano: la dimensión masculina y femenina, el ying y el yang.

¿Por qué hablo de energías? suena demasiado espiritual para un análisis de cine, pero me hace sentido porque la forma en la que se presentan estos personajes va más allá del estereotipo cinematográfico de masculino = fortaleza, femenino = debilidad. Significa la forma en que ellas se mueven en el mundo, desde qué lugar interno operan y resuelven problemas, y eso se nota en el transcurso de la película. Durante la primera escena se ve a una Louise más ruda y a la defensiva, que llama a Thelma para recordarle su invitación a un viaje para ese fin de semana. En el diálogo que se produce se ve lo sumisa que es Thelma ante Louise y ante todos, su amiga Louise es una figura dominante en su vida, no de represión, sino de rebeldía, la incita a desafiar a su marido, y a no verlo como un padre. Thelma en su actuar es como una niña que siempre ha sido sometida o guiada, incluso con Louise, ya que sin ella, no se habría liberado. El viaje es visto de principio como un escape, en cuanto un camarero invita por teléfono a Thelma “a escapar”. Inmediatamente, Louise le arrebata el auricular y le dice que “se va a escapar conmigo”. Al final Thelma acude al encuentro como una niña traviesa que desobedeciendo a su padre-marido. El viaje es un escape en un nivel directo, a sus problemas cotidianos, al aburrimiento de sus vidas en general, pero en un nivel más profundo es el escape de las figuras autoritarias en su vida, y al patriarcado.

Lo masculino simboliza la autoridad patriarcal y la ley del orden que históricamente ha reprimido el otro aspecto del inconsciente humano: el ánima o elemento femenino presente en la naturaleza de la psiquis. Esta dualidad propia del ser humano fue representada antiguamente por una imagen potencialmente significativa: la del hermafrodita o ser que posee ambos sexos (Carl Jung, 1979, p.30).

Jung desarrolló dos conceptos claves para comprender el significado que se existe detrás de los opuestos que conforman la identidad del ser humano: ánima y ánimus. Ánima corresponde a la “personificación de todas las tendencias psicológicas femeninas en la psique de un hombre, tales como vagos sentimientos y estados de humor, sospechas proféticas, captación de lo irracional, capacidad para el amor personal, sensibilidad para la naturaleza y […] su relación con el inconsciente” (p. 177).  Y el ánimus es “la personificación masculina en el inconsciente de la mujer […] Cuando tal convicción es predicada en voz fuerte, insistente o masculina o impuesta a otros por medio de escenas de brutal emotividad, se reconoce la masculinidad subyacente” (Jung, 1979, p.189). También reconoce Jung que “aún en una mujer que exteriormente sea muy femenina, el ánimus puede ser también una fuerza dura e inexorable. Podemos encontrarnos de repente en contra de algo en una mujer que es obstinada, fría y completamente inaccesible” (Jung, p.189). El mito del andrógeno de la cultura griega entrega una de las pistas fundamentales para comprender a cabalidad las nociones de ánima y ánimus: la unión de los opuestos conforma un ser potente, que es incluso capaz de combatir a los dioses.

¿Suena complicado? El tema de género es vital en la película, ya que para que para  evolucionar como seres humanos y conseguir un equilibrio entre la parte consciente y la inconsciente de la psiquis, los personajes deben desarrollar tanto su ánima como su ánimus, como parte de su camino de heroínas. En Thelma y Louise una es femenina y dócil, mientras la otra tosca y masculina; pero ambas quedan unidas por una misma situación traumática: la violación. El viaje de la película es significativo en cuanto es el que les permite alterar los valores por los que habían regido su vida: las circunstancias obligan a Thelma a desarrollar su parte masculina o ánima y a desprenderse del mandato paterno. Por otro lado, Louise se vulnerabiliza y aprende a no mostrarse siempre en control frente a los hombres y abrazar su lado emocional.

Una película llena de simbolismos

Parte de su carácter se ve al preparar las maletas para el viaje, Louise es cuidadosa, organizada y metódica. Lleva una chaqueta de vaquero, símbolo de una masculinidad definitiva y violenta (en el imaginario del cine cowboy). Limpia su casa y derriba las fotografías que adornan su hogar: es el gesto de dejar su vida anterior atrás, pero quizás también un signo premonitorio de que no volverá. Mientras Thelma hace su maleta, es infantil, excesiva. Sin embargo pone entre sus vestidos una pistola, de forma aparentemente irracional. Cuando Louise le pregunta por qué la lleva, Thelma explica no muy convencida de que hay peligros que podrían acecharlas: serpientes, sicópatas, como repitiendo un discurso explicándose a si misma por qué tiene un arma y por qué las mujeres tenemos que siempre “tener cuidado”. Si bien se la entrega a Louise, es curioso que elija ese elemento de protección, siendo ella de apariencia tan frágil: la pistola es un símbolo típicamente masculino en el cine y llevarla es el inicio del camino que recorrerá Thelma hacia el equilibrio.

Así comienza el viaje de las protagonistas y la constante será el desplazamiento. El auto que pertenece a Louise es un Ford Thunderbird del año 1966, una maravilla!. Este dato es relevante, en cuanto el Thunderbird o “pájaro de trueno” es un animal mitológico del folcklor Norteamericano, cuya función era provocar lluvias y tormentas en el desierto. Con el agua recolectada de estas lluvias, los indígenas podían sobrevivir a la aridez de la zona en que vivían. Entonces, el auto no es solo el elemento que les permite desplazarse, sino que contiene un simbolismo: es el pájaro de trueno que les ofrece sustento y a la vez la tormenta de situaciones que las hace despertar y también, podría sustraerse al significado que ha tenido el ave en general como “el símbolo más apropiado de la trascendencia. Representa la peculiar naturaleza de intuición actuando a través de un ‘medium’, es decir, un individuo que es capaz de obtener conocimiento acerca de sucesos lejanos” (Jung, 1979, p. 151).

Asimismo el viaje de las protagonistas también puede pensarse como un simbolismo importante en la película, es un viaje iniciático: “el iniciado entra en conocimiento con la naturaleza de la muerte. Pero esta no es la muerte como juicio final u otra prueba iniciatoria de fuerza; es un viaje de liberación, renunciación y expiación, presidido y mantenido por cierto espíritu de compasión” (Jung, 1979, p.152). La primera prueba de este viaje es el intento de violación a Thelma por parte del desconocido Harlan.

Deciden detenerse en un bar en la carretera, por la insistencia de Thelma. Al observar el ambiente campesino del lugar, Louise señala que: “Desde Texas que no veo nada así”, frase que sirve de premonición a lo que ocurrirá después, ya que Texas fue el lugar donde violaron a Louise, hecho que se conoce después, y que encarna para ella el origen de su trauma. La violación es el ultraje y sometimiento físico máximo de una persona a otra y, en esta película, representa de modo explícito todos los abusos pertenecientes al sistema patriarcal que subyuga a las mujeres. En esta escena Thelma viste de blanco y tiene una actitud inocente y acepta bailar con un hombre, Harlan, a pesar de la advertencia cargada de sentido de Louise. Cuando Louise sale de escena para ir al baño, la advierte por última vez, porque teme dejarla sola. Thelma pierde inmediatamente el control de la situación con Harlan, ya que también él se ha dado cuenta de que está sola y más vulnerable. La invita a salir al estacionamiento, la golpea cuando ella se niega a tener sexo con él e intenta violarla, para lograr su cometido a como de lugar. Acto que es impedido por la llegada repentina de Louise sosteniendo la pistola. El diálogo que se da entre los personajes en esta instancia es significativo: mientras Louise le dice que “cuando una mujer llora así, no se está divirtiendo”, Harlan contesta desde una habitual grosería masculina “chúpame la polla”. Al no disculparse y admitir su error, Louise dispara dándole muerte sin vacilar. Este asesinato no es solo una defensa hacia Thelma, sino también una venganza hacia el ultraje que recibió cuando joven y, más aún, una defensa hacia un lado femenino que tuvo que le fue arrebatado a causa de hombres como Harlan. Esto explica el carácter defensico y tosco de Louise y su resistencia al orden patriarcal establecido: es la única forma que tiene para rebelarse ante la violencia masculina, su método de defensa.

Este asesinato se inscribe también en una labor justiciera, de lo que la camarera del bar dijo que Harlan “se lo merecía” ante el policía, y que el asesinato es probablemente obra de un hombre, ya que “esas dos mujeres no tienen pinta de asesinas”. Así, instala no solo la dualidad de culpables/víctimas de Thelma y Louise, sino que también que la labor justiciera hacia Harlan es vista socialmente como masculina, cuando en realidad es obra de Louise, ni siquiera son vistas como sospechosas, las pasan por alto por ser mujeres. Y he aquí otro sesgo que a mi parecer tiene más sentido: tal vez la camarera si cree que las asesinas son Thelma y Louise, pero al pertenecer ella a un mundo donde los abusos y situaciones traumáticas son comunes, ella aporta el factor de compañerismo, de ese sentido de unión de las mujeres como género, donde Louise es una heroína al eliminar para siempre a quien representa lo más bajo de lo masculino. Las comprende, las admira, y por eso no las delata.

Este es el punto de quiebre de la película. Los roles de sus protagonistas deben mutar para conducirlas a una transformación fundamental.  Este cambio se deja entrever en Louise cuando realiza la primera llamada telefónica a su novio Jimmy. Esta es la primera escena en la cual se muestra vulnerable y necesitada de afecto, le pregunta por teléfono “¿Me quieres?”, en parte para ver si él estaría dispuesto a ayudarla sin vacilar. Louise le pide su dinero (son sus ahorros, Jimmy en ese sentido sólo le presta la cantidad que ella devolverá) y él entonces la suaviza con una palabra clave: “princesa”, que es el código bajo el cual se encuentra el envío y que es un código amoroso, pues enmarca la escena de su reencuentro.

Por otro lado, la masculinización compensativa de Thelma se comienza a dar en  la primera llamada telefónica que hace a Darryl después del asesinato: el no la escucha más que para gritarle y está más interesado en el fútbol que en ella. Thelma cierra la conversación con una frase definitoria para el resto de la película: “eres mi marido, no mi padre”, a lo que él le contesta “esa Louise es una mala influencia” (que nos podría resonar como cuando oímos “tus amigas te meten cosas en la cabeza”). Darryl adjudica la rebelión de Thelma a Louise, pero en realidad se trata de un proceso interno de crecimiento. Sin embargo, Louise ha sido para Thelma una influencia liberadora, no represora como Darryl. Cuando Thelma corta el teléfono y se rompe la cadena de la autoridad a la que había respondido siempre, se produce su encuentro con el personaje de J.D, que representa otra de las facetas masculinas estereotipadas, la del joven y apuesto seductor, el príncipe azul.

J.D es un viaja “a dedo”, lleva un sombrero de vaquero y está sentado en el suelo junto a la cabina telefónica, con una botella que chorrea agua entre sus piernas. Este gesto es explícito, en cuanto sugiere la relación sexual que se dará entre él y Thelma en una escena posterior. Thelma justamente choca con él y luego, torpemente, sigue su camino, produciéndose una química inmediata de parte de ella. Esta secuencia concluye con el giro definitivo de Thelma tanto en la forma como en el contenido: su “¿cuánto falta para llegar al maldito México?” cierra el contrato de viaje de ambas mujeres, quienes desde entonces se presienten heroínas destinadas a combatir la masculinidad hegemónica, en las distintas formas en las que esta se va manifestando.

La posibilidad de conectarse Thelma con su lado masculino, tanto como Louise con su lado femenino, queda cristalizada en su encuentro y sus relaciones con dos diferentes hombres, Jimmy y J.D, en un motel del camino. La conversación que sostienen Thelma y Louise antes de que esta vaya a la habitación que comparte con Jimmy, es decidora: Thelma toma el control y le dice que no quiere “arrastrarla en esto”, porque se nota que ella quiere a Jimmy. A esto Louise contesta que él es “como todos los hombres. Le encanta la caza”. Sin embargo, se la puede ver muy conmovida, pero decepcionada cuando Jimmy le pide matrimonio: ella admite que quería casarse con él, pero no en esos términos. Louise también ha cambiado y ahora su destino es seguir con Thelma y dejar a los hombres y la co-dependencia atrás.

Geena Davis and Brad Pitt share a sex scene in the film ‘Thelma And Louise’, 1991. (Photo by Fotos International/Getty Images)

Mientras Louise recibe el anillo de su novio y se muestra vulnerable y podemos ver su lado más emocional y femenino, Thelma se masculiniza en cuanto se quita su anillo de matrimonio del dedo. Los anillos tendrían en esta instancia un simbolismo claro: es la red que atrapa a una mujer en la vida de un hombre, como si de su posesión se tratara. Thelma que se libera, a la vez cae en el juego malicioso de J.D, quien luego de jugar con sus manos le dice: “tienes mucho metal, ¿quieres aligerar un poco la carga?”. Tras esta invitación, Thelma se quita los anillos e inicia un viaje en la afirmación de su identidad que ya no se detiene. Tras pasar una apasionada noche con J.D y descubrir que este les ha robado el dinero para el escape, es Thelma la que calma a Louise: “ no te preocupes por nada. Levántate” , mostrando sangre fría.

Las necesidades económicas que ahora tienen inspiran un rol activo, jamás pensado antes en Thelma. Así, termina usando los trucos que le ha contado su amante criminal, para asaltar un local. Usa las técnicas de un hombre, algo sobreactuadas y cómicas, para poder desenvolverse con la misma violencia y apropiación. Cuando Louise se deshace de sus joyas y las intercambia a un viejo por un sombrero de vaquero, se recupera y vuelve a ser la Louise del inicio de la película: se desprende de los adornos propios de lo femenino, para acceder a un singo propiamente masculino: el sombrero. En esta instancia también aparece por primera vez Thelma con la chaqueta de mariachi, la que también ha modificado, le corta las mangas, dejando atrás sus vestidos femeninos. La chaqueta podría simbolizar “la máscara interior o persona que representamos al mundo”  (Jung, 1979, 286).

Sin vuelta atrás

Luego, cabe destacar dos episodios claves que se presentan antes de gran final del film. El primero, es la escena en la cual las protagonistas son detenidas por un policía por exceso de velocidad. Es Thelma ahora la que toma el control, da las órdenes, amenaza al policía y lo encierra en la maleta del auto, ante la mirada desencajada de Louise.

Ahora, son las mujeres quienes le dicen cómo debe comportarse, incluso Thelma se permite advertirle “trate bien especialmente a su mujer”. El desenlace de esta escena—la aparición de un rastafari que tira humo dentro de uno de los agujeros de respiración—es sumamente significativo: el dedo del policía surge como un falo, representando a la autoridad blanca, y le pide ayuda a un negro. Este no solo se niega a ayudarlo, sino que lo humilla, tal como la mayoría americana blanca lo ha hecho con su raza por muchos años. Juego de situaciones de patriarcado, colonialismo y racismo, en una simple y graciosa toma.

El segundo momento para comprender los enfrentamientos de género en el film es el tercer encuentro con el camionero. Si bien en dos momentos anteriores el camionero se había cruzado con Thelma y Louise en la carretera, para el tercer encuentro ellas han tomado posesión de sí mismas, lo suficiente como para hacerle frente. El camionero representa no solo la masculinidad más despreciada por las protagonistas, sino también la imagen degradante que los hombres han construido de las mujeres. Ellas lo obligan a disculparse, pero él continuamente se niega y sigue con sus burlas. Así, las mujeres disparan a las ruedas del camión y luego al camión mismo, el cual tiene una forma fálica. Es decir, atacan al hombre en lo que más le duele: en su masculinidad.

Al final de la película, Thelma advierte que su aventura no tiene retorno: “algo pasó a través de mi y ya no puedo volver”. Incluso, le dice a Louise que se siente por fin “despierta”: ha evolucionado y es capaz de conocerse a sí misma, es libre, ya no está “dormida” a los mensajes de su inconsciente. Cuando las protagonistas son atrapadas y rodeadas por helicópteros, es Thelma quien insta a Louis a seguir su camino hacia el gran cañón: su rebelión hacia la autoridad masculina ya no tiene vuelta atrás, no quieren ser juzgadas. Las amigas sellan su decisión con un beso de despedida: son tal para cual, se completan y no tiene nada que ver con situaciones de enamoramiento, es compañerismo. No es un beso ni escena lésbica, a mi modo de ver. En el salto hacia el precipicio vuela una foto que se habían tomado al principio del viaje: esta muestra cómo eran en el pasado y simboliza que no pueden volver, ya que han cambiado y eso las ha conducido a un vuelo heroico, dejando de ser pájaros enjaulados.

En las últimas tomas,  se muestra a uno de los policías desesperado por salvarlas de un final fatal ( en realidad no sabemos si mueren o no, no se deja ver en la película). Él era el único que había logrado comprenderlas: conocía el trauma pasado de Louise y la vida reprimida de Thelma. Es más, este policía representaba una masculinidad muy influenciada por el ánima o elemento femenino: es capaz de empatizar con los motivos de las mujeres, aunque no las entiende al cien por ciento. Esto se refleja claramente en la escena en la cual increpa a J.D por haber robado el dinero de las protagonistas: “ellas tenían una oportunidad y la arruinaste, te voy a hacer responsable si algo les pasa”.

El viaje de las protagonistas es también el viaje del inconsciente que se necesita para admitir las dos partes esenciales que lo componen y no centrarse en una: ya sea la dictaminada por el sexo biológico o por el rol que nos ha tocado interpretar en la vida por diversas razones. En este sentido, Thelma y Louise platean desde dos trincheras una problemática fundamental: la necesidad de asumir al hombre y a la mujer internos en cada uno de nosotros.

Bibliografía

Jung, C. G., & Escolar, B. L. (1979). El hombre y sus símbolos. Madrid: Aguilar.

Soublette, G. Texto “Simbología del cine”. Marco Teórico.

Artñiculos consultados:

https://www.washingtonpost.com/lifestyle/style/25-years-ago-thelma-and-louise-was-a-radical-statement-sadly-it-still-is/2016/04/20/9abf1ea6-0256-11e6-9203-7b8670959b88_story.html

https://www.dazeddigital.com/artsandculture/article/31284/1/dissecting-the-feminist-legacy-of-thelma-louise


[1] El filme “Thelma & Louise”, fue protagonizada por Geena Davis y Susan Sarandon. Dirigida por Ridley Scott y escrita por Callie Khouri, Estrenada en 1991.

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